jueves, 14 de enero de 2010

LA NOVELA BARROCA


Durante el siglo XVII se publican numerosas novelas, las de Miguel de Cervantes y Francisco de Quevedo son las mas destacadas. Se sigue cultivando la novela picaresca: el Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, y el Buscón, de Francisco de Quevedo lo son. Junto a ellas, la prosa de ficción desarrolla otros géneros, como la novela corta y los relatos lucianescos y costumbristas.

Florece también en esta época la prosa didáctica y moralizante, con obras como El Criticón, de Baltasar Gracián, en las que se refleja el tono de desconfianza propio del Barroco.

TEXTOS:

Determinó, pues, don Alonso de poner a su hijo en pupilaje, lo uno por apartarle de su regalo, y lo otro por ahorrar de cuidado. Supo que había en Segovia un licenciado Cabra, que tenía por oficio el criar hijos de caballeros, y envió allá el suyo, y a mí para que le acompañase y sirviese.

Entramos, primer domingo después de Cuaresma, en poder de la hambre viva, porque tal laceria no admite encarecimiento. Él era un clérigo cerbatana, largo solo en el talle, una cabeza pequeña, pelo bermejo (no hay más que decir para quien sabe el refrán), los ojos avecinados en el cogote, que parecía que miraba por cuévanos, tan hundidos y escuros, que era buen sitio el suyo para tiendas de mercaderes; la nariz, entre Roma y Francia, porque se le había comido de unas búas de resfriado, que aun no fueron de vicio porque cuestan dinero; las barbas descoloridas de miedo de la boca vecina, que, de pura hambre, parecía que amenazaba a comérselas; los dientes, le faltaban no sé cuantos, y pienso que por holgazanes y vagamundos se los habían desterrado; el gaznate largo como de avestruz, con una nuez tan salida, que parecía se iba a buscar de comer forzada por la necesidad; los brazos secos, las manos como un manojo de sarmientos cada una. Mirado de medio abajo, parecía tenedor o compás, con dos piernas largas y flacas. Su andar muy despacioso; si se descomponía algo, le sonaban los güesos como tablillas de San Lázaro. La habla ética; la barba grande, que nunca se la cortaba por no gastar, y él decía que era tanto el asco que le daba ver la mano del barbero por su cara, que antes se dejaría matar que tal permitiese; cortábanle los cabellos un muchacho de nosotros. Traía un bonete los días de sol, ratonado con mil gateras y guarniciones de grasa; era de cosa que fue paño, con los fondos en caspa. La sotana, según decían algunos, era milagrosa, porque no se sabía de qué color era. Unos, viéndola tan sin pelo, la tenían por de cuero de rana; otros decían que era ilusión; desde cerca parecía negra, y desde lejos entre azul. Llevábala sin ceñidor; no traía cuello ni puños. Parecía, con los cabellos largos y la sotana mísera y corta, lacayuelo de la muerte. Cada zapato podía ser tumba de un filisteo. Pues su aposento, aun arañas no había en él. Conjuraba los ratones de miedo que no le royesen algunos mendrugos que guardaba. La cama tenía en el suelo, y dormía siempre de un lado por no gastar las sábanas. Al fin, él era archipobre y protomiseria.
El Buscón de Quevedo (novela picaresca)

TEXTO 2
Con su báculo venía una vieja o espantajo diciendo: "¿Quién está allá en las sepulturas?", con una cara hecha de un orejón, los ojos en dos cuévanos de vendimiar, la frente con tantas rayas y de tal color y hechura que parecía planta de pie, la nariz en conversación con la barbilla, que casi juntándose hacían garra, y una cara de la impresión del grifo; la boca a la sombra de la nariz, de hechura de lamprea, sin diente ni muela, con sus pliegues de bolsa a lo jimio, y apuntándole ya el bozo de las calaveras en un mostacho erizado; la cabeza con temblor de sonajas y la habla danzante; unas tocas muy largas sobre el monjil negro, esmaltando de mortaja la tumba; con un rosario muy largo colgado y ella corva, que parecía con las muertecillas que colgaban dél, que venía pescando calaverillas chicas.

Yo que vi semejante abreviación del otro mundo, dije a grandes voces, pensando que sería sorda:
- ¡Ah señora! ¡Ah madre! ¡Ah tía! ¿Quién sois? ¿Queréis algo?
Ella entonces levantando el ab initio et ante saecula de la cara y parándose, dijo:
- No soy sorda ni madre ni tía, nombre tengo y trabajos, y vuestras sinrazones me tienen acabada.
¿Quién creyera que en el otro mundo hubiera presunción de mocedad, y en una cecina como ésta?
Llegóse más cerca, y tenía los ojos haciendo aguas, y en el pico de la nariz columpiándose una moquita por donde echaba un tufo de cementerio. Díjela que perdonase, y preguntéle su nombre. Díjome:
- Yo soy dueña Quintañona.

Francisco de Quevedo
Estos dos textos son dos buenos ejemplos de descripciones caricaturescas, ¿sabrías decir por qué?.

TAREAS:
  1. ¿Qué novelistas y novelas se publicaron en el siglo XVII? ¿A qué géneros pertenecían?
  2. Busca tres fragmentos de novelas de diferentes autores y de diferentes géneros y también la fecha de su publicación.